El uso cotidiano de una lengua se justifica por la necesidad de comunicarse que tienen las personas de cualquier pueblo, cultura, país o civilización. Lo ha sido siempre a lo largo de los siglos, pero hoy esta práctica social y comunicativa se ha incrementado y acelerado en su uso como consecuencia de la intensa movilidad que tenemos los humanos del siglo XXI.
En el actual momento lingüístico del mundo, entre las aproximadamente 7000 lenguas diferentes habladas, conviene recordar que después del chino mandarín, el inglés, y el hindi, el español es la lengua más practicada, con algo más de 600 millones de usuarios en los cinco continentes. De ellos son 500 millones de personas las que tienen el español como idioma materno, siendo así el español el segundo idioma materno más hablado. Recordemos al respecto que la lengua portuguesa la practican algo más de 265 millones de personas y es el idioma oficial en nueve países del mundo, incluso conviene recordar que es la lengua más hablada del hemisferio sur.
En el caso de España funciona con éxito el llamado Instituto Cervantes, creado por el gobierno en 1991, para promover en todo el mundo el español como lengua, junto a la cultura española. De hecho, en la actualidad el Instituto Cervantes está formado por una red compuesta por 103 sedes en ciudades de 52 paìses. De forma equivalente, el Instituto Camoes, dependiendo del gobierno portugués, difunde la lengua y cultura portuguesas mediante 20 sedes en 17 países de todos los continentes.
Por tanto, hoy desde los países ibéricos se lleva a efecto una política cultural y lingüística equivalente a la que desde años atrás impulsan colegas europeos como Francia con la Alianza Francesa, Reino Unido mediante el British Council, o el Instituto Goethe para Alemania. Es una forma de estar en el mundo, impulsando cultura, pero también influencia política y promoviendo gestiones científicas, comerciales y empresariales.
En esta ocasión no nos interesa detenernos tanto en las políticas culturales y lingüísticas de los gobiernos como en el papel que desempeñan las universidades en materia de formación de especialistas en lenguas modernas, y en particular preguntarnos si también atienden a una demanda creciente e impresionante para enseñar, en este caso, español a profesores y ciudadanos de todo el mundo.
Hoy son varias las universidades españolas que ofrecen enseñanza del español para extranjeros, sobre todo para los meses de verano, procurando hacer coincidir las vacaciones del curso escolar en casi todo el mundo con un clima atractivo, y con seguridad y calidad de vida en la oferta formativa. Pero conviene poner de manifiesto que fue la Universidad de Salamanca la pionera en iniciar este movimiento de presencia de jóvenes estudiantes extranjeros a estudiar español, precisamente en los meses de verano. De hecho, los primeros cursos organizados por la Universidad de Salamanca de español para extranjeros datan de 1929, y van a recibir un impulso espectacular a partir de 1963. A día de hoy son varios miles de estudiantes de español los que circulan por las aulas de la universidad y pasean por las calles y plazas de la ciudad, a lo largo de todo el año. Hablamos de la respetable cifra de unos 8000 estudiantes extranjeros de español al año, si bien es en los meses de verano cuando se concentra el mayor número de ellos, en torno a unos 2300 estudiantes cada mes de julio.
Desde luego que asistimos a la efervescencia de un servicio público y cultural de primer rango para la ciudadanía, para la institución y para la ciudad de Salamanca. Pero ,además, ya se puede hablar de una industria del español tal como se proyecta sobre el entorno desde la Universidad de Salamanca, por el número de implicados en los aspectos docentes e investigadores, por la significación económica y social que esta masa constante de alumnos extranjeros representa y beneficia a los ciudadanos de a pie, y todo tipo de servicios y gastos en alimentación, transportes, atención sanitaria. De esta manera ya se puede hablar en nuestra ciudad de una auténtica industria del español nacida y gestionada desde la Universidad. Así lo pone de manifiesto un excelente y reciente artículo de Alberto Buitrago Jiménez y José Miguel Sánchez Llorente titulado “La industria de la lengua en la Universidad de Salamanca”, publicado en Salamanca. Revista de Estudios en 2024. Invitamos a los responsables de instituciones de educación superior a su lectura, por si estuviesen interesados en comprender la importante función social y económica que desempeña la industria de la lengua (puede ser el portugués en su caso), para beneficio de la universidad o institución de educación superior de acogida, en términos de proyección, de prestigio y también de ingreso de recursos económicos.
Además, la enseñanza del español o del portugués, parece haberse convertido en una creciente demanda y expectativa en un mundo que requiere nuevos y constantes contactos y relaciones entre muchas personas de diferentes procedencias, esporádicas o permanentes, científicas o comerciales, culturales o musicales, empresariales o plásticas y artísticas.
Son muchas las instituciones públicas de educación superior, y de universidades en particular, que ofrecen desde hace muchas décadas formación de especialistas en lenguas propias, orientadas casi siempre a la formación de futuros profesores de español para el desempeño con niños y adolescentes en la enseñanza primaria o en la secundaria. Pero esta modalidad de oferta formativa de la lengua española que ahora mencionamos ofrece nuevos espacios a miles de jóvenes ávidos de aprender a comunicarse en español. Pero también beneficia a la propia universidad y a la ciudad donde se asientan las enseñanzas. No deja de ser asombroso que a una ciudad del interior de la península Ibérica de tamaño medio lleguen a estudiar la lengua del español miles de jóvenes, procedentes en el caso de este año 2025 de nada menos que 82 países diferentes de todos los continentes. Es cierto que los más numerosos están compuestos por grupos procedentes de USA, Brasil, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, entre los más numerosos. Pero también hay que anotar un número creciente de estudiantes asiáticos (China y Japón con preferencia), de varios países de Oriente Próximo y también de algunos países africanos, incluso alguno de Oceanía.
Es una delicia compartir conversación y estilos de vida diferentes con una auténtica Torre de Babel en las calles, en las cafeterías y terrazas, en los teatros o en actividades culturales organizadas, a la que le une el interés por conocer y compartir una lengua como el español.