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Opinião Cápsula de la esperanza climática

En el Patio de las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca, muy cerca de la centenaria secuoya de California, hace unos días se dejó enterrada una urna, a la que se ha asignado el nombre de <<Cápsula de la esperanza climática>>. En acto tan simbólico estuvieron presentes el Rector y autoridades académicas, junto a miembros de algunos grupos de investigación directamente relacionados con el cambio climático.
El contenido de la urna se compone de elementos tangibles que dan fe de la situación climática que vive el planeta, al menos en ciertas manifestaciones geológicas, marinas, vegetales, expresadas en componentes químicos, con preferencia, y algún dispositivo electrónico, pensando en el año 2051 como fecha límite de control sobre la salud del planeta. Por lo que sabemos desde las informaciones derivadas del acto que traslada el gabinete de comunicación de la universidad, y alguna información de la prensa digital o analógica de la ciudad, se dejó escrito e introducido en la urna algún manuscrito, cuyo contenido desconocemos.
La idea de la urna nos parece muy bonita y sugerente, de cara a una foto de referencia para dentro de 30 años, como elemento de sensibilización sobre el cambio climático, dado que además en 2050 varios organismos internacionales piensan poder celebrar una aminoración del proceso de progresiva desintegración ecológica del planeta Tierra. La foto y el mensaje que se traslada al lector y a la comunidad universitaria es correcta y adecuada.
La universidad debe estar muy atenta a todo este proceso de sensibilización medioambiental, así como incentivar su apuesta de investigación sobre todo lo relacionado con los efectos y causas del profundo cambio climático que estamos viviendo. Funcionan unidades “verdes” que hacen su papel. Algunos grupos de investigación están sensibilizados y promueven trabajos y estudios de perfil “verde”. En algunos planes de estudios de determinadas facultades encontramos elementos de contenido ecológico. En la gestión medioambiental de los centros docentes y de investigación de la universidad se ha avanzado de manera notable, más aún si lo comparamos con lo que sucedía solamente tres décadas atrás. La universidad hace cosas en la búsqueda de un ecosistema de mayor calidad y sostenible, pero casi siempre aisladas entre sí, hay que reconocerlo y mejorarlo en todo lo posible
La lucha por un planeta más armónico y sostenible es un proceso inacabable mientras permanezcan vigentes las actuales condiciones de producción y consumo de bienes que dañan la continuidad y la vida del planeta Tierra, tal como el feroz neocapitalismo de nuestro tiempo planea por todos los continentes, en un expolio mundial sin precedentes. Por ello hay que hacer frente a ese proceso desde todos los campos y ámbitos sociales y científicos posibles.
Desde luego que hay que combatir los efectos directos del uso de determinadas fuentes de energía, sucias para la capa de ozono, y apostar por energías limpias no contaminantes. Tratados internacionales, declaraciones oficiales, normas exigentes de control y cumplimiento, para limitar los impactos que generan empresas abusivas de USA, China, Rusia, Australia o España, sin ir más lejos. Pero las medidas eficaces a medio y largo plazo en este asunto deben ser ante todo resultado de convicciones, de razón, y de educación.
No se puede estar predicando, a veces, posturas ecologistas, incluso con manifestaciones en la calle, y al tiempo estar consumiendo de manera desaforada productos por vía internet/Amazón, que conllevan consumo contaminante y desorbitado en transporte, cartón, y casi siempre presente en los productos ofrecidos por las grandes marcas.
El problema de raíz lo debemos situar en el consumo al que nos impelen campañas y modelos de conducta social y económica concebidos con perfidia y egoísmo individualista, y en detrimento del interés general, del bien común. De ahí la importancia de impulsar desde la educación, para todos los ciudadanos, incluidos los universitarios, es evidente, prácticas consumeristas de uso de los bienes imprescindibles, prácticas de un consumo razonable, conscientes de lo que pueda representar el deterioro de la naturaleza física y la naturaleza social que todavía sostienen nuestro planeta Tierra.
Por todo ello nos parece de enorme importancia todo gesto, práctica, actividad que conduzca a limitar los efectos de la perversión organizada contra el planeta, lo que busque el lucro individualista. Y por tanto, aplaudimos el gesto institucional que representa el enterramiento para la memoria colectiva de esta <<Cápsula de la esperanza climática>>.
Ahora bien, déjenme lamentar que en su interior es probable que no figure nada que expresamente haga mención y relación al papel que en este proceso complejo debe desempeñar el consuno responsable, y por tanto la educación consumerista, dirigida de forma expresa a un uso responsable de los bienes y medios de consumo. Desearía que en el texto enterrado se dijera con rotundidad que la clave y el esfuerzo que hará la universidad en estas próximas décadas va a ir dirigido a la formación de estudiantes que serán futuros maestros y profesores responsables en materia de educación ambiental y educación para el consumo, por su posterior efecto sobre miles de ciudadanos en las escuelas primarias y centros de formación de secundaria. Me temo que haya sido otra ocasión desaprovechada en un acto tan pertinente y simbólico a un tiempo.
Y también considero que la ocasión era muy oportuna para haber implicado a la comunidad universitaria en un proceso de consulta y reflexión, que hubiera conducido a un documento conocido por todos y más o menos consensuado de forma democrática. Los estudiantes, profesores y PAS creo que hubieran agradecido este gesto, que también habría incrementado el nivel de sensibilidad y compromiso sobre la ecología del planeta y la responsabilidad que le cabe a la universidad en este asunto. La foto sobre la “cápsula climática” está muy bien, pero no es suficiente, pues adolece de un respaldo formativo de carácter colectivo.

José Maria Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es